SUB ROSA, del artista Javier Plata, es el título de estas sugerentes acuarelas gestuales, que nos muestra como disfrute de su nuevo reencuentro con la pintura.
Esta serie rebosa belleza y brío, inmediatez por el encuentro ocasional del aspecto milagroso que contiene el accidente de crear de esta forma. Sus ricas acuarelas abstractas, llenas de un rosa vibrante salpicado, que inunda el papel con delicadeza, nos hacen vivir la Naturaleza en sus más cercanos detalles. Su encuentro es el de un niño jugando en la orilla con las olas que van y vienen, donde, a través de la utilización de sus propios cabellos (así nos narra el autor), consigue estas gestuales secuencias o manchas sujetas a nuestra libre interpretación y pura subjetividad.
Son acuarelas que, curiosamente, descubrió a través de experimentar con sus cabellos y cómo la propia agua coloreada le iba regalando esa poderosa abstracción... Pero su concreta, precisa observación de la propia mancha no se la regaló nadie, es su propio intelecto, hoy aprendiz y entonces maestro, el que supo pararse, encuadrar y dar con ese encuentro informalista, que tan bien funciona en toda su obra.
Son manchas muy atractivas, bellas y, al mismo tiempo, sujetas al ritmo de la propia percepción visual interior del que las observa. Nuestra continua búsqueda de lo concreto y necesidad de etiquetarlo todo, dándole una posible explicación, no se requiere... Encontrarle sentido formal es inútil, más bien le aconsejo un sentido de sentir, no de entender, ya que su trazo es inteligente y poderoso de recursos plásticos, compositivos y técnicos. Observad bien los propios realces que se ha ido encontrando y ha sabido dejar intactos, vivos al mismo tiempo, enteramente inexactos.
La serie en sí misma, a mi modo de verla, parece la secuencia de una misma acuarela mucho mayor, que, afortunadamente, supo fraccionar, cortar, para su puro disfrute, encontrando en cada corte estético, retal seleccionado, una bellísima pieza.
Javier Plata nos hace recordar el Zen, la sabia escuela de budismo Mahāyāna que se originó en China durante la dinastía Tang, de aquellos antiguos maestros que tanto nos enseñaron a visualizar y casi respirar la abstracción, disfrutando durante el proceso.
Es importante entender que la contemplación de estas acuarelas no busca parecido alguno con nada. Si fuera así, no se trataría de pintura no figurativa (la mal llamada "pintura abstracta”), sino de pintura figurativa.
Debemos saber disfrutar de la aguada llena de color rosa, en sí misma, del húmedo sobre seco, y viceversa, que el hábil pintor supo dejar, y digo "dejar" de pintar, ya que ahí radica su arte, saber observar y contener el gesto para que la mancha sobreviva al pintor de acuarelas que decidió hacerlas.
SUB ROSA respira del Zen como Javier Plata de la pintura abstracta, buscando a través de estas manchas su verdadera presencia en éste difícil encuentro con el Arte.
David Saborido
Comisario
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