Carina

Desde siempre, la fuerza de Carina, su actitud, su simpatía y su carisma han conseguido
que fuera imposible que su presencia pasara desapercibida allí donde estuviera.

Carina

Carina nace en La Coruña y viene a vivir a Cádiz con 11 años, siendo alumna del colegio Nuestra Señora de Lourdes y del Instituto Rafael Alberti. Termina sus estudios de Peluquería cuando tiene 17 años, pero no se dedica nunca a ello. Su inquietud por la moda le hace participar como modelo en diferentes certámenes, como Aracné. Fue dueña de la tienda de ropa Buggy, la primera en Cádiz que traería ropa londinense a la ciudad y regentó bares tan emblemáticos como el Comix y el Psicodelia. En 1990 se va a Madrid, donde conoce a mucha gente dedicada al arte, la música y el teatro.

Vuelve a Cádiz por amor (como siempre) y con una idea que guardaba con cariño desde hace años, dándole forma al primer Woodstock, la primera cervecería de la ciudad con más de 100 tipos de cerveza de todo el mundo. De nuevo por amor se va a vivir a Italia, donde nacería su única hija, Marta.

Bilingüe de italiano, regresa a Cádiz para realizar su gran proyecto, dándole de nuevo vida a la emblemática cafetería El desván del Mónaco y una segunda cafetería en lo que era El Bazar Inglés, Yambalaya. Pero su mente inquieta le lleva a colaborar con la asociación CALMAS, donde las cosas pueden tener una segunda vida. Todos sus pensamientos se agitan en una coctelera, con su música y rodeada de arte y locura ochentera, hoy refleja sus días en balcones y olores llenos de grandes formas de crecer en este Cádiz loco, que mezcla a su Comix con su Woodstock, su Buggy con su Desván del Mónaco. Con cariño y respeto siempre.

Sus amistades nunca han sabido de su placer por la escritura o el dibujo; tan sólo su marido, Gonzalo, y su familia conocían hasta ahora su destreza, de la que ella nunca presume. Carina rebosa alegría y bondad, pasión y vida, amor y ternura, arte que fluye por sus venas; Carina es Carina. Es una mujer, irremediablemente, querida por todo el mundo. Por eso, Carina es La bien querida.

 

Autor Carina

Eterna Carina

Conocí a Carina allá por la mitad de la década de los ochenta del siglo pasado, cuando yo me agarraba a los micros sobre los escenarios cantando con Atake Subliminal (una banda de pop rock oscuro, con influencias de Siouxie and the Banshies y Parálisis Permanente) y ella era, sin duda alguna, una de las chicas más guapas y modernas que ha pisado jamás los suelos de esta ciudad gaditana. Desde siempre, la fuerza de Carina, su actitud, su simpatía y su carisma han conseguido que fuera imposible que su presencia pasara desapercibida allí donde estuviera. Para todos los que fuimos modernos y modernas en los ochenta, si hablo de Carina sabemos perfectamente a quién me estoy refiriendo.

 

Paco Mármol

Eterna Carina (continuación I)

Estoy convencido de que Carina es una artista en silencio y, además, estoy seguro de que su vida es puro arte desde que comenzó. Dicen por ahí que la mejor obra de un artista tiene que ser su propia vida y sé que en el caso de Carina ha sido y es así. Sabía de lo grande que es por los años que hemos compartido historias, risas, abrazos y besos de cariño, pero desconocía que, además, dibujaba con soltura y era responsable de unas ilustraciones maravillosas. Descubrí sus dibujos en una habitación de hospital, donde estaba ingresada malita. Entré en su habitación y la encontré sentada, dibujando sobre una mesa de luz que descansaba en la cama. Primero nos miramos e, irremediablemente, nos emocionamos los dos y nos abrazamos. Después de unos besos y de recomponernos un poco, le pregunté qué hacía y me enseñó algunos de los dibujos que había hecho últimamente. “Enséñale los chiquititos”, le dijo a su hermana, que también la acompañaba en la habitación, y esta me entregó unas cartulinas blancas, pequeñitas, que sostuve entre mis manos, que todavía temblaban.

Los dibujos de Carina me gustaron mucho, la verdad. Encontré en ellos soltura, el trazo de alguien que se expresa por medio de la línea en sus formas más puras. Son simples, básicos, limpios, directos y frescos. Algunos, además, son divertidos, algo que, viniendo de quien vienen, no podían ser de otra forma. Mirando sus dibujos, tanto los que vi en aquellas pequeñas cartulinas como en los que guardaba en algún bloc de dibujo, vinieron a mi cabeza muchas referencias, pequeños guiños que recordaban a tal o cual artista, a algunos ilustradores de la movida, detalles que no son sino señales de una vida interior intensa y rica. Fue entonces cuando le propuse hacer esta exposición, que mostrara al mundo lo que sabía hacer, pero me dijo que le daba mucha vergüenza; solo cuando le expliqué que era para la web aceptó a hacerla.

Eterna Carina (continuación II)

Antes de irme, sentado a su lado en la cama y tomándole la mano, me explicó que de siempre había escrito, que lo que verdaderamente le gusta es escribir y que, una vez que escribe un texto, el dibujo sale solo justo detrás. En esta exposición virtual no hay escritos de Carina, pero sí están sus dibujos, tan solo algunos de ellos, porque tiene muchos. Y, lo más importante, independientemente de que puedan ser mejores o peores (siempre algo subjetivo y dependiente de la mirada de quien los mire) me quedo con que en ellos está la esencia de Carina -son Carina en estado puro- y, solamente por eso, merecen esta exposición.

Paco Mármol