Hijos de Poseidón es el título de la exposición fotográfica de Oscar Cárdenas, una observación realista y cercana de primera mano, donde se refleja desde la misma embarcación con claridad y contundencia, el duro trabajo de la pesca de cerco durante la madrugada. Un documento visual que no te dejará indiferente.
Un proyecto descarnado, interno y exento de florituras, a través de fotografías en blanco y negro, así como de un vídeo titulado “Sardinas”, con un marcado carácter documentalista, que el mismo autor defiende tras horas y horas viendo faenar y conviviendo con la tripulación del pesquero “Siempre Virgen Regla”, de Barbate.
Oscar Cárdenas, con la ayuda de su sencilla y pequeña cámara analógica, consigue congelar para siempre la respiración de estos pescadores faenando en alta mar.
Su trabajo transcurre bajo ese misterioso manto de color negro “ater romano” que lo inunda todo, fotograma a fotograma, lentamente... retratando una verdad que pertenece a la noche, sacando a la luz las esperas, las alegrías y las penas de todos ellos.
Su trabajo consiste en dejar un testimonio fidedigno de estos pescadores, que, noche tras noche, viven echando y recogiendo la red una y otra vez, ¡como la vida misma!, trabajando duro bajo esas luces frías, tenebristas y blancas de sus farolas en medio de la noche, esperando que el poderoso y temido “Poseidón”, aquel antiguo dios griego del mar, reencarnado en la Virgen de Regla, les eche una mano y esa noche por fin, “la mar esté calmita” y sea buena para salir a faenar.
Sí ¡esté calmita!, así es... la sabia frase que al comienzo aparece en el video documental: “esta noche la mar está calmita...”, revelada al parecer por uno de los pescadores a nuestro fotógrafo antes de ir a faenar, expresando la alegría y la esperanza... una frase que llevaré desde hoy conmigo siempre.
Tan sólo 4 minutos de video documental, “Sardinas”, le bastaron a Oscar Cárdenas, (después de doce y trece horas de embarcación navegando) para capturar esa realidad, una verdad que la mayoría de los seres humanos desconocemos e ignoramos cuando nos llevamos una sardina a la boca.
Entre tanto, la mirada del esteta encuentra la armonía existente entre la noche y esos cuerpos faenando, como figuras del averno abriéndose paso a través de la inmensa oscuridad de la noche, rota y clareada por esa desgarradora luz blanquecina, que consigue traerlos de nuevo a la vida. Son hijos de Poseidón, ¡sí! pero de Barbate, de madres y abuelas de sal, arena y aire.
David Saborido
Comisario
Compartir en Delicious
Compartir en Facebook
Compartir en LinkedIn
Compartir en Twitter