Silvia Lermo: Escenarios afectivos

Silvia Lermo: Escenarios afectivos

La Sala Rivadavia acoge en esta nueva temporada la obra de la joven artista isleña Silvia Lermo (San Fernando, Cádiz, 1986). Silvia es licenciada en Bellas Artes por la Universidad de Sevilla y pese a su juventud ha entrado con fuerza en el panorama artístico andaluz y español.

El punto de partida de su trabajo es su infancia y las vivencias pasadas. En su obra se palpan sus raíces: las montañas de sal, la playa y lo esteros de su tierra conforman su realidad artística. Su objetivo fundamental es revelar su subconsciente a través de la pintura y abrir una ventana entre el espectador y sus vivenciasSilvia es una artista de nuestros días y su trabajo lleno de emociones intenta siempre conectar con el espectador.

La artista trata de contarnos hechos de una forma singular a través de la pintura figurativa, enlazando sus recuerdos de niñez con el entorno que la rodea. Su punto de partida se basa en la metáfora de su vida. La artista le da un enfoque personal y único a su trabajo, donde subyace una importante carga simbólica, contada a través de la imagen de la memoria y su deformidad particular de la realidad ante el espectador.

La exposición que podemos contemplar está formada por 17 obras de distintos formatos. Lermo utiliza fundamentalmente la acuarela como soporte y modo de expresión, para así manifestar una visión muy personal de su propia realidad y de lo que acontece a su alrededor.

Silvia Lermo, sobre su propia obra

Al igual que Platón planteaba una alegoría entre lo físico y lo no tangible, simulando una realidad engañosa y superficial, planteo la existencia de una realidad independiente para cada espectador, moldeando distintos puntos de vista sin que nos demos cuenta. Este proyecto se basa en transmitir el carácter no solo físico de la obra, sino en abarcar su perfil psicológico, donde los personajes juegan esta dualidad.

En mi obra recurro a mi historia familiar, a mi infancia, a la huella que en mi dejó el ambiente profesional de mi abuelo, que trabajaba como salinero. Desde aquellas montañas de sal, recobro hoy el recuerdo transformado por la distancia y el tiempo, descubriendo episodios que plantean posiciones transformadas por el transcurrir vital Las imágenes impresas en mi cabeza, aquel escenario existencial que se fijó desde la entrañable situación vivida en mi niñez y donde los trabajos de las salinas protagonizaban escenas imborrables que actualmente transformo en metáforas de aquellas vivencias, de una reminiscencia que asume nuevas identidades, pero con las escenas inequívocas de aquel pasado nostálgico y que, ahora, se actualizan en poderosos esquemas de una nueva realidad.

La confección del argumento de este proyecto se basa en mis experiencias vividas,  cuestionándome si estos recuerdos anclados en mi cabeza a veces plasmados de forma onírica distorsionan o no la realidad.

De pequeña pensaba que las montañas de sal eran de nieve. En mi obra el espectador acaba viendo de forma inconsciente la misma visión de cuando era niña.

Guillermo Amaya Brenes, crítico de arte,
sobre la obra de Silvia Lermo 

 

Y si el sueño finge muros en la llanura del tiempo,
el tiempo le hace creer que nace en aquel momento.
¡Ay, cómo canta la noche, cómo canta!
¡Qué témpanos de hielo azul levanta! 

(Así que pasen cinco años, 1933. Federico García Lorca)

Que estos versos de Federico García Lorca den comienzo a este texto, no es casualidad. El motivo no se fundamenta en que José Monge Cruz, más conocido como Camarón de la Isla (el que diera un alcance mayor a estos versos) y Silvia Lermo compartan lugar de nacimiento (San Fernando, Cádiz). En el poema La Leyenda del Tiempo, el poeta granadino plasma (con gran maestría) el dilema o relación que se da en el binomio tiempo-sueño. 

En este binomio, además de estos dos grandes términos, influye una serie de innumerables aspectos relativos y variables mediante los cuales se construye (alejándonos de una terminología psico-científica) el recuerdo. El recuerdo entendido como un reflejo, algo velado y nebuloso, del pasado, proyectado sobre el lienzo aparentemente rígido del presente. El recuerdo entendido como vehículo para transfigurar en presente lo ausente. Y es esta idea, que gira en torno al recuerdo, la que subyace de forma latente en el trasfondo narrativo de Escenarios Afectivos, de Silvia Lermo.

Pero, ¿qué sería del recuerdo sin el sueño? En el trabajo de Lermo el recuerdo no es una simple fotografía del pasado (esto sería algo demasiado simple y evidente, superficial e inocuo). Silvia Lermo trata el recuerdo como una mirada dicotómica. En un primer término la mirada de aquella niña a la que las salinas donde trabajaba su abuelo se le antojaban montañas nevadas, montañas que deseaba escalar para después deslizarse hacia abajo. Aquella misma mirada con la que observaba el corral del Mete pata (hermano mayor de Camarón), con sus ponis, gallinas, cabras… Con la misma que admiraba con idolatría a su padre (quien le inculcó el gusto por las artes) y a su abuelo (con el que pasaba ratos divertidos en las salinas). Con ambos mantuvo una relación especial y a ambos vio irse, en una primera persona del pretérito más imperfecto y trágico. A su abuelo, con apenas cinco años, quebrantando la calma de una alborozada infancia, con una última mirada que jamás olvidará. A su padre, que recién alcanzada la mayoría de edad y una vez pasada la voluble adolescencia, en una soledad fortuita pero no por ello menos dramática, vio irse mientras se aferraba, desoxigenado, a su mano...   Leer texto completo  (Formato PDF).

Silvia Lermo

Programación

Silvia Lermo: Escenarios afectivos
Sala Rivadavia (Cádiz)
Del 26 de septiembre al 30 de octubre
Lunes a viernes, 10:30-13:30 y 17:30-20:30 h.
Sábados, domingos y festivos, cerrado

Más información

Presentación de la exposición
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