Letargo nació hace casi dos años, sin yo saberlo.
Letargo va de la mala relación que tenemos los humanos con el factor tiempo... para nosotros mismos.
Eso nos hace permanecer en un profundo letargo. Nos sentimos como flores congeladas: hermosas, rígidas, extrañas, frías...
Pocas veces podemos “arañar” algo de tiempo para sentirlo nuestro.
Imaginen que de repente alguien les regala todo el tiempo del mundo. A mí me pasó.
Nadie está preparado para gestionarlo de pronto. Es difícil salir del letargo a mucha velocidad. Como difícil es descongelar una flor, de la misma manera, sin que termine rota.
Por eso hay que hacerlo día a día, paso a paso, poco a poco.
Buscar esa “luz” que derrita esa capa invisible que no nos permite avanzar.
Se ha realizado este proyecto en color digital y analógico (35 mm. y formato medio).
Está compuesto por fotografías macros de flores callejeras congeladas con agua de Jerez. También está compuesto por sesiones fotográficas de una modelo (mi alter ego) bajo el agua y en exteriores.
Al visualizar todas las fotografías observé la increíble y maravillosa “complicidad visual” entre las flores y la mujer.
El azar juega mucha baza en Letargo ya que las flores se congelan poco a poco y se van posicionando de manera diferente. También, en el momento de la congelación, dejan una estela cromática con sus propios pigmentos. Algo que consigue un efecto abstracto propenso para “perderse bellamente” en la fotografía.
El movimiento bajo el agua de la modelo (y el mío propio) también está ligado a las probabilidades. De ese movimiento nuestro dará, como resultado, diferentes encuadres fotográficos.
Azar y tiempo.
Color y movimiento.
Agua y mujer.
Hielo y flor callejera.
Dicen que no hay nada más hermoso que un letargo roto...
Y este proyecto lo demuestra.
“Un suspiro, un pétalo, una gota. Así es mi tiempo, eternamente corto”.
Agata Sandecor
Para mí la Fotografía es un lenguaje universal. Como tal, la uso: para comunicarme sin palabras ni ruidos. Toda mi fotografía es un diálogo hecho de parpadeos y encuadres.
No me encasillo en un estilo porque hablo con la imagen. Depende de cómo me sienta o lo que quiera decir, hablo en color o en blanco y negro. Hablo en digital o en analógico. Y siempre, hay alguien escuchando.
Es por eso que con mis cámaras no desecho ninguna manera de comunicar, de transmitir, de sentir. Porque cerrarnos, humildemente, nos hace perder.
Pertenezco a la Agrupación Fotográfica Jerezana San Dionisio, a la Real Sociedad Fotográfica de Madrid, soy miembro jurado y fotógrafa de los Premios Pop Eye y Técnico superior de Fotografía.
Trabajo en modo manual, con objetivos de los años 70 y revelo mi fotografía analógica.
He colaborado con mi trabajo en portadas de discos, he realizado numerosas exposiciones fotográficas individuales y colectivas, he publicado en el periódico El País una serie de fotografías analógicas y aún sigo aprendiendo a hablar con la mirada.
Espejos, reflejos y sombras son algunas de las herramientas que uso en mis autorretratos. Quizás, una manera de agradecer los encuadres que el cine me proporcionó desde niña.
Y es que, como todo en la vida, observar es una manera de aprender a transmitir y respetar.
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