Jorge Gallego: Lugar, materia y vacío

«Vermeer»

Mientras esa mujer del Rijksmuseum
con esa calma y concentración pintadas
siga vertiendo leche de la jarra al cuenco
no merecerá el Mundo
el fin del mundo.

Me resulta imprescindible dedicar parte del espacio de este texto al poema anterior de la escritora polaca Wislawa Szymborska. Refiriéndose a la mujer protagonista de la hermosa pintura de Vermeer, describe con la brevedad de la clarividencia cómo la prolongada sucesión de una misma acción llega a asemejarse a la quietud de la eternidad.

Los paisajes y los objetos representados por Jorge Gallego en sus obras son descritos con tal profusión de detalles que parecería necesario detener el tiempo en un instante para que el artista pueda recrearse sin prisas en su análisis. Sin embargo, me parece observar que la mirada de Jorge se ha ido haciendo atemporal, llegando a escrutar la esencia de lo que despierta su interés, y esto no es otra cosa que todo lo que le rodea, desde lo cercano a la inmensidad, de lo local a lo universal.

Su admirable capacidad para la construcción de espacios, gracias a su dominio del dibujo y a la acertada elección de los materiales y procedimientos más adecuados, le permiten crear maquetas de paisajes y entornos que él sueña, aunque los construya con elementos tomados de la realidad como si fueran piezas de un infantil juego de arquitectura, aislados de lo circunstancial por envoltorios de niebla o puntos de luces en escenas nocturnas tras los que se adivinan vidas inconcretas.

Volviendo a los versos iniciales, mucho más acertados que estos párrafos que les siguen, concluyamos que mientras Jorge Gallego siga mostrándonos la atemporalidad de su pintura no merecerá el mundo llegar a su fin.

Francisco Mantecón Campos
Museo de Alcalá de Guadaíra

Descargar imagen actual