Lau Rodríguez: Aproximación a un idilio natural

Manifestaciones de una existencia pausada

Un paseo por el bosque nos lleva al encuentro de helechos, flores silvestres, pájaros, hiedras, más pájaros, líquenes y hongos de caperuzas ocre. Aquí las líneas entre el reino animal, vegetal y fungi se desdibujan y la autosimilitud muestra los resquicios de un pasado ancestral común coexistiendo en un mismo hábitat . Un paseo por el bosque solo para sentir, respirar y tal vez así desplegar las alas de la percepción en plena libertad. En este pedazo de bosque no se sabe dónde acaba la flora ni dónde empieza la fauna porque este bosque es Uno, un ser vivo que alberga infinitas capas de vida, realidades que se agrupan por entendimiento. Un organismo habitado y animado.

También es Uno el arrecife que se erige y desenvuelve su esplendor en voluptuosas flores, y padece de una ambigüedad que las reclama como aletas de bettas siameses en danza con otros seres que habitan al enorme reptil camuflado entre peces, en un equilibrio de convivencia que no discrimina entre especies ni reinos, separados hace ya miles de años.

Helechos de anisodáctilos anaranjados y aves de hojas verdes se encarnan en un ser que pareciera no haberse separado nunca de la línea evolutiva y hubiera continuado como animal y planta, sin escisiones. Pero la separación es inexorable, la disgregación es la naturaleza de la vida.

La obra de Lau Rodríguez es una puerta de la percepción más abierta que nos invita a la observación lenta, y nos recuerda a través de su imaginario, nuestro origen común con todos los seres. El despliegue de detalles y la explosión de color propios de la obra de Lau, nos invitan también a decelerar, a pausarnos en el camino, a ejercitar más la futilidad como un acto revolucionario y más que nunca, necesario. Analizar. Detenerse. Avanzar y volver otra vez. Perder el tiempo y ganarlo con la mirada, jugando a imaginar otros pequeños hábitats posibles y encontrar nuevas narrativas, pues la belleza de lo extraordinario es para quien la merece, para quien se mueve con la curiosidad sin atender a las manillas del tiempo. La mirada atenta, la quietud de una escucha generosa y descubrimos al carnero camuflado en la maleza, o a la oveja de lanas de olivo. La fusión de los reinos interpela al observador, le pregunta ¿en qué momento se separaron nuestros caminos?

Por mucho que el ser humano se empeñe en trazar una línea entre él y todo lo demás y pretenda burlar con su inteligencia sintética y sus artefactos de titanio su mortalidad, sigue siendo animal, sigue siendo también un poco planta. No está todo perdido. Ceremonia es la imagen de este gran evento, la estampa de la redención y de la entrega sin reservas, la de quien sabe que ha llegado su hora anunciada, y no ofrece ya resistencia. Y la tranquilidad de quien no siente urgencia, pues se sabe de sobra victorioso hasta el punto de ayudar a su presa en su rendición y honrar con flores los últimos minutos de su presencia en este ciclo que llega a su fin. Es el colofón de la cadena trófica, una reverencia ante las enseñanzas de la Naturaleza, depredador y presa en un mismo lugar, sometidos sin artilugios que valgan, a sus inclementes leyes, poderosa, sin atender a jerarquías, tratando con dulce e igual dureza a cada uno de sus descendientes.

Las imágenes que nos trae la artista son la manifestación de que cuando nos detenemos y transitamos las veredas y observamos con curiosidad, lejos del utilitarismo, hallamos en nuestro entorno la esencia de la existencia. Grandes dosis de esperanza, de vida que cada día se despliega a niveles imperceptibles, a veces. Su obra es un canto a la contemplación, a reivindicar el tiempo pausado como acto de transcendencia. Nos señala el camino para volver a la luz de lo natural, a lo que ya es sin necesidad de ser, la inmanencia de la vida, imparable, bellamente fútil, a capricho tan solo de la creación.

Río Martínez
Artista multidisciplinar

Lau Rodríguez

Estudié diseño gráfico y me licencié en Bellas Artes en la Universidad Complutense de Madrid (2001-08), dedicándome principalmente a la pintura, el grabado y el muralismo. Mi carrera comenzó en el mundo digital y la programación, pero desde 2018 volví a las técnicas más tradicionales, empezando con el muralismo; sin embargo, cada vez me interesa más la artesanía y los oficios. Todas estas disciplinas me han hecho trabajar sobre cualquier superficie, experimentando con distintos materiales.

Posteriormente, pasé unos años viviendo en México, donde inconscientemente me empapé de sus colores, que son claramente reconocibles en mi obra actual. Aunque mi trabajo es principalmente pictórico, el dibujo está muy presente en él, otorgándole una estética tal vez de cartelería, pero manteniendo una base conceptual u onírica.

De regreso a Madrid, instalé mi estudio en la zona de Carabanchel, compartiéndolo con otros artistas. Desde hace 4 años resido en Cantabria, donde he encontrado mi actual inspiración en el entorno mágico de la naturaleza y la vida en un pueblo. Esto me está llevando a investigar de una manera más consciente con materiales y formas que me rodean. Finalmente, mi trabajo es una expresion de mi estar en el mundo.

Mi obra ha sido expuesta en España, Reino Unido, Bélgica, México, Italia, Francia, Estados Unidos y Emiratos Árabes Unidos. Y críticos como Gabriel Rodriguez y Fernando Castro han escrito sobre ella.