Claudia Solari: Aunque sea de día

Claudia Solari: Aunque sea de día

Subo y bajo la montaña
Tengo la sensación de que se me ha caído algo

Chantal Maillard

 

CUESTIÓN DE TACTO. DEL PLIEGUE AL CORTE 

Tocar la sombra, el aire, tocar las hojas del bosque proyectadas en el suelo por la luz del sol, re-cortar del todo una parte para mediante ese abrir, ese colocarse en medio de, ser parte activa del fenómeno que acontece. Esta es la invitación de Claudia Solari en Aunque sea de día, esta es la actitud contagiosa que nos afecta cuando nos acercamos a su modo de mirar, de tocar, a su tono. Ya en un su trabajo Montaña y Valle, una investigación sobre el pliegue (hacia fuera montaña, hacia dentro valle), defendía el valor de la atención en el proceso creativo, de la capacidad de aquietarse: «La actitud contemplativa es un contacto inmediato con lo que aparece a nuestro alrededor; una unidad entre el conocimiento, el conocedor y lo conocido». Ese plegar o re-plegarse también indicaba una inclinación en el modo oblicuo de observar abierto a la espontaneidad.

Pero es controvertida la manera en la que nos entendemos dentro del mundo: a pesar de sabernos parte del todo, somos capaces de establecer la distancia suficiente como para ver el juego desde fuera. De acuerdo con Timothy Morton (2018), «ver la Tierra desde el espacio es el comienzo del pensamiento ecológico». Ese cambio de perspectiva, ese desplazamiento de nuestra centralidad supone el comienzo de cualquier ejercicio ético o político. Sin embargo, un exceso de distancia podría conducir al desafecto.

Situados ante cualquier paisaje asumimos la conciencia de ser parte, puesto que «quien percibe no está separado de lo que percibe» (Maillard, 2019). Ese nivel de dependencia recíproca entre todo lo existente, esa familiaridad con el/la/lo otro, constituye la base para la coexistencia pasiva, en una malla infinita donde todas las cosas estén interconectadas (Morton, 2018). El pensamiento ecológico nace de la conciencia de dicha interconexión, de la imposibilidad de establecer fronteras entre los seres, de la indeterminación de cualquier identidad. Del mismo modo, en la física, la inseparabilidad entre partícula y vacío pone en cuestión la noción misma de identidad. Para Karen Barad (2023) los cortes de materia son cortes que unen, por medio de una respons-habilidad o habilidad de responder. Esa alteridad infinita nos rodea y nos atraviesa mostrando como «cada uno de nosotros/as está difractivamente hilado a través de, plegado en, el/la otro/a» en una total indeterminación. Barad nos arenga a acercarnos, a atrevernos a entrar en contacto con esa infinita finitud: Tocar y dejarse tocar en un de-venir en el que estamos intrincados o entrelazados, en contacto con la dimensión material-afectiva. Un tocar que requiere una labor increíblemente amorosa, cargada de paciencia y humildad.

Volviendo sobre Maillard (2019), tanto en la labor poética como en la filosófica es preciso abrir una brecha para obtener resultados dignos. Es necesario separar en dos lo uno y abrir un espacio de contacto para penetrar en lo otro. También Deleuze (2005) se refiere al cortar como un acontecimiento que, lejos de separar, produce en la materia la propiedad o el atributo de ser cortado. Los atributos de la materia son expresados mediante la acción, mediante el verbo. Al cortar se abre el vacío, lo cortado es arrojado al campo del vacío: «El vacío es lo abierto, que permite una compenetración recíproca. Produce amabilidad. En un entre se refleja el todo. Y el todo habita en un entre. Nada se retira a un aislado ser para sí» (Han, 2015). En este acontecer las cosas fluyen y se mezclan para pasar las unas a las otras con libertad y espontaneidad, en ausencia de sujeto alguno.

En esta línea de pensamiento, de acción, de tacto, el trabajo de Claudia Solari defiende una ausencia de intervención, de intención o voluntad, que nos remite al wu wei taoista. En definitiva, su relación con la naturaleza nace de una in-diferenciación entre lo activo y lo pasivo. Aunque en nuestros días, la producción y la comunicación han sustituido a la capacidad de detenerse y observación, el trabajo de Solari nos invita a la pausa contemplativa. Su práctica, como el haiku, proviene del asombro, ese mirar cruzado u oblicuo que solo tiene lugar cuando la atención se abre plenamente en el presente. Para penetrar en lo que nos rodea es necesario dejar a un lado la identidad y el yo que nos separa o diferencia. Solo al des-cargarnos de ese yo podemos «andar de vacío» (Maillard, 2019), dejar a un lado la voluntad, despedirnos de todo anhelo y prescindir del juicio o la retórica que impiden la inocencia del asombro.

Cuando se nos interroga sobre significación alguna, recurrimos a designaciones o mostraciones, consumiciones o destrucciones puras, «si es necesario dando un bastonazo, considerando el bastón como instrumento de toda designación posible» que nos devuelve a la superficie, al objeto-acontecimiento donde se produce el sentido puro (Deleuze, 2005). O bien, como en el caso de Claudia, usando una sencilla rama, en un giro sinecdótico, para mostrar la complejidad del bosque. Con su mirar oblicuo, atravesado por una amable sospecha, Solari nos recuerda que no hay verdades definitivas. A fin de cuentas, ya se trate de cuestiones epistemológicas o espirituales, es una cuestión de tacto o de tono: La crisis de la religión es una crisis de la atención (Han, 2023). Podemos concluir que atención y tacto van de la mano y en su rozar se establece el tono de nuestro discurso o de nuestro mirar, determinando la pausa necesaria para abrazar el camino de la espiritualidad.

 

Eugenio Rivas
Artista plástico y docente en la Universidad de Málaga

 

CLAUDIA SOLARI
Cádiz, 1996

 

Artista plástica graduada en Bellas Artes por la Universidad de Málaga y Técnico Superior en Fotografía Artística por la Escuela de Arte de Jerez de la Frontera. Desde entonces, ha desarrollado su trabajo desde un punto de vista pictórico sin dejar atrás otras disciplinas.

Su exploración constante de la formalidad de los planos y el color, se distingue por emplear una mirada abstracta que reinterpreta su entorno, ofreciendo una nueva visión de aquello que la rodea.

Ha participado en diversas exposiciones colectivas como Moments Festival (2023), Etherotopic method en Palacio de los Condes de Gabia (2023), Fight like a girl en el Jardín Botánico de la Universidad de Málaga (2023), entre otras.

Cartel Claudia Solari

 

Sala Rivadavia
Presidente Rivadavia, 3, Cádiz
Del 5 de septiembre al 5 de octubre de 2024

Horario

Martes a viernes
De 11:00 a 13:30 h. y de 18:00 a 20:30 h.

Sábados
De 11:00 a 14:00 h.

Lunes, domingos y festivos
Cerrado

 

Contacto con la artista

hola@claudiasolari.com

@solari_claudia_

 

 

 

 

Documentos:

Cuadernillo Rivadavia nº 19

Cuadernillo "Aunque sea de día", de Claudia Solari